Tuesday, November 25, 2008

Tirando para arriba y métodos para mantenerse a flote en los mares del angst heidergeriano

Y que venga lo que venga para bien o mal
Miguel Mateos - Album: Tengo que parar; Canción: Tengo que parar - Circa 1984


A la mañana siguiente abrí el mapa de Buenos Aires con la intención de identificar los barrios, aprenderme las calles, y al menos comenzar a familiarizarme con el tipo de comida que comían los argentinos. En particular buscaba el barrio en donde estaba mi hostal. De entrada sabia que se estaba situado en un tal barrio de Palermo, me acordaba del nombre porque era el apellido del ‘9’ del Boca Juniors. Ojee mi guía turística, deteniéndome en cada foto, viendo de un lado a otro el mapa de la cuidad. Por más que intente no pude encontrar el barrio de Palermo, algo extraño me sucedía pero no sabia con exactitud qué. Me levante desesperado y sin pensarlo dos veces me puse el sweater (o el pullover para que me comprendan algunos) y me fui a caminar. Eran las siete de la mañana y ya andaba ahogado en un mar de preocupaciones. Llegue a casa revise mi email y al encontrar mi inbox vacío entendí entonces que sufría una crisis, una de esas crisis que me dan cada vez en cuando, y que me tienen que dar para poder soy yo.

Me limitare en confiarles que estas crisis son breves porque algunas duran un par de horas y otras solo minutos, son momentos de preocupaciones pendejas en donde pierdo el control de todo y siento que todo a mí alrededor es incierto. Mis erráticos pensamientos me confunden y me generan una insatisfacción general de todo lo que soy yo. Es como si de repente all of the sudden everything would suck. Como ya era un viejo lobo para navegar estas tempestades existenciales, las preocupaciones ya no me descarrilaban de mi trayectoria o me causaban crisis de identidad –sabía a donde iba y quien era. Al contrario con el tiempo había aprendido a sacarle provecho a estos angustiosos momentos, y hoy en día estaba tan acostumbrado a estar en crisis que cuando no la tenía acechándome yo mismo me la provocaba. No había como salir vivo y con resoluciones de estos angustiosos momentos, en sí era como un acto de liberación del ser que tenía que realizar una y otra vez. Estos momentos difíciles, porque eran obviamente angustiosos momentos, los tenía en mi lista de patologías existencialistas como: Mi angst heiddergeriano.

Durante esta angustia era común encontrarme ninguneando, haciendo el ridículo en frente de todos, y diciendo una de series de estupideces que terminaban hiriéndole el ego a todo con quien tuviera contacto conmigo. Era preferible durante mi angst heiddergeriano permanecer en casa y no tener contacto con nadie.Pasaron horas y mi problema existencial llego a su fin. De repente mire a mi alrededor y me volví a sentir vivo y con propósito. Era cierto viajaba muy pronto a Buenos Aires, debía comenzar a prepararlo todo, maleta, computadoras, música, libros y mi cámara polaroid. Tan trastornado había estado que olvide por completo los penosos incidentes de la noche anterior con la quién hubiera sido mi acompañante de viaje. Me quedaba la satisfacción que había aceptado el momento tal y como era para bien o mal, y ahora una vez despreocupado solo quedaban los preparativos unos cuantos días que esperar, y a volar.

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